Este mes en nuestra agenda os traemos este artículo escrito por Sua Dominguez:

África con tantos países, y tantas realidades diferentes, nos ofrece un abanico de visiones, parecidas pero no iguales, entorno a las cuestiones de género. Intervienen muchos factores, género, raza, edad, nacionalidad… un cromatismo completamente diferente al feminismo occidental al que estamos acostumbradas.

El proceso de surgimiento de los feminismos africanos inicia en la década de los ochenta del siglo XX, y será en los noventa cuando empiece a alcanzar mayor desarrollo. A diferencia de los feminismos occidentales, que surgen como una lucha política para después articularse como movimiento académico, los feminismos africanos, se configuran principalmente en un ámbito reducido de intelectuales y académicas que proponen un análisis feminista basado en características propias africanas.

Al feminismo colonial le acusan de falta de inclusión de las mujeres negras,  falta de atención al concepto de raza  y clase social y, en general, al hecho de que las realidades, luchas y experiencias de mujeres blancas y negras permanecen en planos diferentes.

Los feminismos africanos son, en líneas generales, movimientos que combinan la lucha por el poder, la cultura y el sustento, siendo favorables a la maternidad y al mantenimiento de los vínculos familiares y de clan. Dan preferencia a las formas colectivas de participación pública frente al individualismo y unen la lucha de género y de raza. En sus orígenes, se centraron en cuestiones fundamentalmente religiosas y culturales, pero más tarde abordaron asuntos más específicos y complejos como los derechos reproductivos, la violencia de género, las violaciones, la mutilación femenina, los derechos de herencia, los matrimonios tempranos, la homosexualidad y el aborto.

¿Cuáles son las corrientes principales en las que se pueden agrupar los feminismos africanos? Todas las propuestas que se mencionan a continuación, a pesar de las diferencias entre ellas, comparten su preocupación por encontrar un punto medio entre la lucha de los derechos de la mujer y el respeto a lo propiamente africano.

WOMANISM se trata probablemente de la tendencia más conocida y fue definida por primera vez por la escritora afroamericana Alice Walker. Ésta corriente está dirigida a todas las mujeres negras y persigue combinar la cultura propia con la familia, la maternidad y las formas de opresión y marginalización de raza, etnia y clase derivadas de la realidad africana.

Queriendo desmarcarse de esta corriente y del feminismo blanco, la nigeriana Chikwenye Okonjo Ogunyemi llegó al término AFRICAN WOMANISM, desde el que pone en relieve peculiaridades propiamente africanas como la pobreza extrema, los problemas con las familias políticas, la opresión que las mujeres de más edad ejercen sobre las más jóvenes, las mujeres u hombres que oprimen a las otras coesposas y, finalmente, los fundamentalismos religiosos.

Clenora Hudson-Weems rompe en escena negando cualquier diferencia entre la situación de las mujeres negras en África y en América. Acuña el término AFRICANA WOMANISM en el que se dirige a todas las mujeres de descendencia africana, y prioriza raza y clcCase como los factores principales a considerar.

FEMINISMO HUMANISTA es la propuesta de Filomina Chioma Steady, quien atribuye al feminismo africano las siguientes características: autonomía y cooperación femeninas, énfasis en la naturaleza por encima de la cultura,  centralidad de los niños y multiplicidad de maternidades. Y considera que los problemas de África necesitan de la complementariedad de hombres y mujeres para asegurar la existencia humana dentro de un ecosistema en equilibrio.

La activista nigeriana Molara Ogundipe-Leslie desarrolló la corriente STIWANISM que quiere decir “transformación social que incluya a las africanas”. Su propuesta surge de la convicción de que todos los africanos deben unirse contra la hegemonía blanca superando los intereses antagónicos que en otros campos pueden tener por razones de género.

El MOTHERISM se trata de otra propuesta de feminismo genuinamente africano planteada por Catherine Obianuju Acholonu y el concepto central es la maternidad y la importancia que concede a la naturaleza. Pero es un movimiento con pocos seguidores entre las activistas africanas, ya que resulta problemático acoger dentro de la corriente a ciertos colectivos como las lesbianas o las mujeres que no desean tener hijos, lo que lo vuelve un planteamiento reduccionista en muchos aspectos.

Y por último el NEGOFEMINISM estaría basado en la filosofía de dar y recibir, de negociación, esencial en la cultura Ibo a la cual pertenece su autora Obioma Nnaemeka. Para ella, en el caso de las mujeres africanas, ser feminista es actuar como tal, pues la mayor parte de las africanas, aunque no articulen el feminismo en sus vidas, lo llevan a cabo a diario.

Como reto común para todos estos movimientos queda la cuestión de la concienciación: ¿Cómo podrán todas estas corrientes, fundamentalmente creadas desde las élites, comenzar a alterar pensamientos y actitudes en la población general que conduzcan a un apoyo a la agenda feminista y al empoderamiento femenino a nivel de base? Las autoras feministas negras apelan en general a la necesidad de combinar la investigación teórica con la incidencia en el ámbito público para conseguir esta especie de “resocialización”.

El conocimiento indígena y el rico patrimonio heredado de mujeres africanas con poder en la vida pública y capacidad de decisión pueden ser el punto de partida para luchar por su empoderamiento.

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