Por Begoña Espinar Muñoz
Directora de la Escuela Rural Género

La Escuela Rural de Género (ERG) nació en el año 2015 con dos objetivos concretos. El primero sensibilizar en materia de igualdad de género en el ámbito rural y el segundo incorporar la idiosincrasia de la población a los proyectos formativos. Es decir, conocer los parámetros culturales que contribuyen a la igualdad Vs desigualdad y a la discriminación por motivos de género y articular proyectos formativos que equilibren las carencias.

Cualquiera que trabaje en la intervención socio-educativa sabe que son dos objetivos ambiciosos que deben ser desarrollados a largo plazo. La Comarca de la Vera, lugar donde se sitúa la Escuela Rural Género, es un territorio heterogéneo y diverso habitado, principalmente por gente mayor, por campos de tabaco, por gargantas y lluvias. En el ámbito rural el despoblamiento es una realidad que afecta al desarrollo social, político, económico y cultural de sus habitantes y municipios, lo que dificulta la transformación de valores y creencias. Si bien es cierto, hay cada vez más jóvenes urbanos (inmigrantes españoles) que se animan a venirse a las zonas rurales influyendo así en el orden social (o al menos se intenta).

En el caso de la igualdad de género el modelo sigue siendo, primordialmente, el tradicional, basado en la división sexual de la tarea; hombres ocupando el espacio público (sistema productivo) y mujeres el doméstico (sistema reproductivo). Este modelo suele perpetuarse generación tras generación sino se incorporan mecanismos para el cambio; participación ciudadana, asociacionismo juvenil, diversidad cultural y de género, Igualdad, comunicación no violenta, etc.

Seamos uno con el cambio. Utilicemos la oralidad para debatir, exigir, reflexionar, compartir. Utilicemos el cuerpo para danzar, liberar, soñar, estar. Seamos uno con la igualdad, con las voces que nos necesitan; que te necesitan. Alza la voz. Que se te oiga.

Utiliza el arte y se amable.

MUJERES RURALES
Manos que labran la tierra, línea negra entre las uñas.
Grietas y arrugas en las manos, de la ubre, del corral, de mis perros.
Sudor que riega las hojas de tabaco. Para otros, será para otros.
Perfume. Aliento a pimentón. Dulce, picante. Es mi perfume de ocho a tres.
La casa espera, los pies barren la pelusa. Las sabanas en el tendedero.
El cuerpo de mujer se balancea entre anuncios de belleza y la realidad del
armario. A veces su mirada se deja sorprender.
Día de mercado. Flores, aceitunas, papas y algún trapillo.
El domingo vienen mis hijos a casa “¡hijos e hijas, prenda! ahora se dice así”
Caminata a diario sobre el arcén, cada paso en su justa línea blanca.
La abuela espera en la residencia. El abuelo la espera ya.
Mujer, rural, fuerte, bella, empoderada, madre, hija, vecina.
Soy todo y estoy en la nada. Hoy aquí y mañana ceniza.
No hay más vueltas que darle.