Guatemala, país de diversas contradicciones, existe incluso, contradicción en el último censo realizado en el año 2018 y presentado en el año 2019, así que para hablar de números y estar en lo más próximo a lo oficial, tomaremos las proyecciones fundamentadas en el censo realizado en el año 2002.

Importante visualizar en la pirámide poblacional, a la población de adultos mayores, de quienes nos vamos a referir en esta oportunidad y que, en Guatemala, suman el 6.8% del total de la población.

El adulto mayor, ha sido una población relegada a lo largo de los tiempos en nuestro país, es hasta casi, terminando el siglo XX que se emite una ley para protegerles. Es con el decreto 80-96 del Congreso de la República (año 1,996), que el Estado, plantea tutelar los intereses de los adultos mayores, en función del goce de sus plenos derechos, es decir, alimentación, educación, vivienda, vestuario, atención médica general y especializada. La misma ley, establece que el Comité Nacional de Protección a la Vejez –CONAPROV-, tendrá a su cargo, en coordinación con las entidades públicas, autónomas y privadas competentes; la aplicación y cumplimiento de las disposiciones contempladas en la ley, bajo el control y supervisión de la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente –SOSEP-, entre sus facultades se encuentran: crear, proponer y promover políticas de la tercera edad a nivel nacional.

En muchos hogares y en lugares públicos el maltrato hacia este sector de la población es constante, tanto el maltrato físico, como el psicológico, y el resto por distintos tipos de abuso. De acuerdo a la información de la Defensoría de Personas Mayores de la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH), existe un promedio de 600 denuncias anuales por maltrato físico y psicológico y por distintos tipos de abusos en contra de adultos mayores. El maltrato a los adultos mayores no solo se circunscribe a violencia, son comunes los casos en que son despojados de sus bienes inmuebles y pertenencias, o del dinero de la pensión o jubilación. También son objeto de amenazas o se les niega el acceso a la salud o medicamentos. Aunque probablemente no se denuncia, pero, la exclusión, es una vejación que se vive a diario.

Aunque, como en muchas ocasiones, la ley resulta ser letra muerta y en coyunturas como la actual Pandemia del COVID-19, se evidencia el drama que las personas mayores se encuentran viviendo en nuestro país, resultando ser lo INVISIBLES dentro de toda esta problemática.

Foto: M.Olga Domínguez

Mucha de esta población, se encuentra viviendo las dificultades, sobre todo, porque aún con sus años, la mayoría conforman parte de los cinturones de pobreza, tanto en el área urbana, como rural, pues las acciones gubernamentales, no tienen la plena consistencia para poder llegar a mínimamente paliar las grandes dificultades de estas personas.

En estos momentos de crisis por COVID-19, las personas mayores, en condiciones de soledad, situación de calle y pobreza, representan un drama que se debe atender, existe incluso, una restricción de movilización para los que tienen 60 o más y a quienes se les está vedando el acceso a comercios, bancos y supermercados, con el agravante de ser multados onerosamente y amenaza de ser conducidos a los separos policiacos o judiciales pues, no está claro el tema de los protocolos por parte de la Policía Nacional Civil. De hecho, algunos de los mismos adultos mayores, atienden a otras personas mayores o con discapacidad en situación más precaria, ya que, aun teniendo familia, están en situaciones de abandono muy lamentables.

Debe entenderse que, en Guatemala, la cobertura social no alcanza a todas las personas, esto, debido a que únicamente el 17% de la población económicamente activa cuenta con seguro social, por cuanto los adultos mayores, algunos gozan de pensión económica en diversa forma, sea esta por jubilación, invalidez o viudez, pero existe un gran porcentaje que no goza de esos beneficios, tendiendo a depender de la familia y si no contribuye al ingreso familiar o la familia no cuenta con los medios necesarios de cuidado y manutención, muchos de ellos son abandonados o internados en hogares que se sostienen con donaciones.

En Guatemala, una gran cantidad de adultos mayores se encuentra en situación de abandono y desprotección por parte de sus familiares, el Estado no pone atención a este drama y existen una variedad de centros que les atienden, pero, debido a la precariedad económica con que funcionan, no logran brindar un acompañamiento pleno a los adultos mayores, muchas veces, únicamente cumplen con brindar alimentación y un mínimo de cuidados.

Manuel Domínguez