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Refrán popular

Casi termina el mes y a pesar de problemillas técnicos aquí traemos el texto de la agenda de OCSI de este mes de Octubre:

PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS: ¿ESCLAVITUD O EMPODERAMIENTO? 

Un artículo escrito por nuestra ocsiana extremeña Miriam Verdejo

Ilustración realizada por Angela Denone López

La agricultura es la profesión propia de las personas sabias, la más adecuada a las personas sencillas y la ocupación más digna para toda personas libre” (Cicerón)

Al pensar en la producción de alimentos, no puedo evitar ver el paralelismo que existe entre el espacio que suelen ocupar las cocinas en una casa occidental clásica y el lugar que ocupa socialmente esta tarea. La cocina en la parte de atrás, a veces se entra por otra puerta para no manchar la casa, la de servicio; la producción de alimentos, en la parte trasera de lo socialmente valorable. En la cocina las mujeres, en la producción agrícola, el campesinado o personas trabajando por un mísero jornal, igualmente infravaloradas, igualmente acalladas, igualmente utilizadas. Comer es una de las tareas más necesarias que hacemos en la vida y en cambio el trabajo de quien produce la comida, parece no tener valor. Una vez más las tareas relacionadas con nuestro cuidado se obvian, se les quita importancia, se les relega para ponerlas al servicio de otros intereses.

La producción tradicional de alimentos es una tarea bastante compleja. .. Requiere una combinación de conocimientos y habilidades muy diversas y muy cambiantes según los lugares, el clima, la orografía, la disponibilidad de agua, etc. Se han necesitado la acumulación de saberes, de experimentación de muchos siglos: para elegir las especies a reproducir, para mejorarlas, seleccionando las plantas y animales, creando variedades adaptadas a cada región, mejorando los suelos, cuidando las semillas, refinando los manejos, la forma de organizarse, de ayudarse a hacer los trabajos y un largo etc. Todo este conocimiento del medio y de las plantas y animales, es parte de la cultura campesina y merece mucho más respeto y valoración del que se le da.

Gran parte de este conocimiento se está perdiendo en nuestro medio rural, al haberse generalizado la producción agroindustrial químico científica; que ha supuesto también mucho trabajo de investigación e ingenio, pero que ha dado la espalda a principios básicos de la vida:

1.- Las plantas, los animales y el suelo, no son máquinas (el paradigma del buen funcionamiento), son organismos vivos, mucho más complejos con un sistema de regulación muy preciso y maravilloso. Para conseguir su buen funcionamiento, hay que procurar que sean ellos mismo quienes busquen la solución, se autorregulen, y hay que respetar los equilibrios del sistema. Si a una planta, un animal o al suelo se le da lo que  tiene que elaborar por sí mismo, se provocan desequilibrios, que a la larga van a crear debilidad y dependencia. La agricultura intensiva al pretender igualar la producción agrícola a la industrial, ha creado muchas dependencias y mucha enfermedad.

2.- La vida no es sólo bioquímica es también biofísica. Las energías que se mueven influyen mucho en los procesos y en la calidad del alimento. La energía tiene que ver con el equilibrio del entorno y también con el bienestar de las personas que lo producen. La agricultura intensiva,con sus químicos, ha creado importantes desequilibrios medioambientales y sociales.

3.- En los mecanismos de vida hay competencia, pero principalmente hay colaboración o cooperación. Para que cualquier ser vivo funcione bien necesita unos sistemas de cooperación muy importantes. Cada célula, cada parte, tiene que hacer su trabajo para mantener al todo. El objetivo común es mantener la vida. La biodiversidadtambién es una estrategia de cooperación. La agricultura intensiva con sus monocultivos y la competencia del libre mercado, ha provocado mucha uniformidad y también muchos desalojos y acumulación de tierra, mucha hambre y tambien muerte.

Para poder dar respuesta a la crisis ecológica, climática, energética y social, en la que la producción de alimentos es un elemento trascendental, es necesario cambiar el modelo de producción de alimentos o la supervivencia, seguirá estando amenazada. No es suficiente con hacer el cambio de la agricultura química, a la llamada ecológica, que no lo es, porque elimina los agroquímicos, pero mantiene los suelos desprotegidos, el gran consumo de carburantes,… la enorme producción de CO2 … y que convierte los alimentos sanos en un lujo. 

La agroecología con pequeñas producciones que se unen, con su cuidado del suelo como ser vivo que es, con su diversidad de cultivos y crías, con su apuesta por la autoproducción de insumos y utilización eficiente de energías sostenibles, con su tecnología adaptada, con sus trabajos comunitarios, etc. se presenta como la alternativa.

A la agroecología en algunas sitios se le  llama agrofeminismo. Y con razón, porque el ecofeminismo y la agroecología van de la mano, al colocar la vida en el centro. Ambos promueven un cambio de modelo, pero también una metodología diferente: aprender y aplicar los principios de la vida, a diferentes escalas. Promover el empoderamiento o fortalecer los sistemas para evitar las dependencias; dar importancia a la buena relación con el entorno y a las labores de cuidados, dignificarlas y hacer que la cooperación (con un poquito de competencia…) y la biodiversidad, sean estrategias para defender la vida, son algunos ejemplos de ello.

Para cualquier cambio, se necesita una masa crítica. En el caso de la agroecología, esta masa crítica sólo puede alcanzarse con la alianza de consumidores y productores. Masa crítica para que puedan iniciarse verdaderos cambios: cambio en las políticas agrarias, cambios en lo que se tiene que subvencionar o apoyar, en lo que se tiene que investigar, en el acceso a la tierra, en la distribución, cambios para conseguir  la soberanía alimentaria… mientras tanto habrá que seguir lidiando con los troles del feminismo, de la agroecología… los troles de la vida.