En un momento como el actual, y desde la comisión de feminismo de OCSI, se nos hace imprescindible redactar unas líneas referentes al 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, aún más en un año en el que la situación de pandemia ha agravado a muchos niveles la situación de las mujeres y ha dejado constancia inequívoca de que, sin nosotras, se pararía el mundo.

Pensamos también que es necesario este artículo por la enorme criminalización hacia el 8M que ha habido este año en particular. Resulta que la pandemia aparece como justificación para no dejarnos salir a la calle, para no dejarnos ocupar el espacio público una vez más. Qué curioso que suceda esto únicamente los días 7 y 8 de Marzo, cuando sabemos desde hace tiempo que en momentos de pandemia las concentraciones de hasta 500 personas están permitidas, cumpliendo por supuesto con las medidas de seguridad.

Antes de contar cómo desde Feminismos OCSI vivimos este día, nos parece importante contextualizar y contar lo que para nosotras supone el feminismo y el 8M. Cuando nos hemos reunido, hemos hablado acerca de una idea muy básica que, sin embargo, nos parece que cambia el paradigma para entender lo que persigue el feminismo. Pensamos que sería interesante analizar porqué el 8M es un día de felicitaciones y no de conmemoraciones. Felicitar a una mujer que lucha diciendo “feliz día” (aunque muchas de nosotras lo hayamos hecho y lo hagamos desde el más abosluto amor) sería, en un paralelismo, como felicitar a una persona negra que ha conseguido salir de su condición de esclava. Y sin embargo, y afortunadamente, a aquellxs que lucharon por el abolicionismo no se les felicita, se les conmemora. Y ahí encontramos la diferencia y desgranamos la idea que subyace bajo el 8M y el feminismo como movimiento político de justicia social.

Felicitar, al fin y al cabo, alimenta todos esos comentarios paternalistas en contra de los que tanto luchamos para no escuchar. Deseándonos “feliz día” hace que nos volvamos a convertir en un producto más del capitalismo (mil imágenes, regalos de flores…). Un día como el 8M es un día para dirigir aún más nuestras energías a cuestionarnos, recordar, reflexionar y unirnos.

Es un día idóneo para cuestionarnos por qué los hombres cobran más que las mujeres por los mismos puestos laborales, por qué las profesiones más feminizadas son las menos ‘productivas’ para el sistema económico o por qué resulta mucho más difícil acceder a puestos mejor pagados siendo mujer; porque se sienten en el derecho de violarnos, matarnos y quedar impunes. Y creemos que es precisamente desde ahí desde donde debemos cuestionarlo, porque hace que nos demos cuenta de la sociedad patriarcal en la que vivimos y las grandes desigualdades que sufrimos incluso hoy, en pleno siglo XXI. Y ni la justicia ni el Estado hacen nada, ¿por qué pasa esto? Precisamente porque nuestras instituciones son patriarcales.

Es además un día idóneo para recordar. Para recordar a todas aquellas mujeres que dieron su vida para acercarnos a esa igualdad que todxs queremos, y CONMEMORARLAS A TODAS. A las que perdieron su vida, a las que fueron humilladas en público por hombres que se sentían superiores, a las que violaron, quemaron y mataron, a las que han estado en huelga de hambre, y por supuesto a las que a día de hoy siguen siendo asesinadas.

El 8M es un día perfecto también para la reflexión, para pensar lo que la sociedad espera de nosotras (cuerpos perfectos, cuidados absolutos, poco poder público, sonreír y callar). Luchamos día a día y salimos a las calles cada 8 de marzo para parar las violaciones y los asesinatos. ¡Nos están matando solo por ser mujeres! Ysi tenemos que esperar a que la justicia o el Estado hagan algo, entonces seríamos lo que en la historia siempre se ha querido que seamos… meras espectadoras de las realidades del hombre.

Y por todo esto el 8M es un día maravilloso para unirnos, nosotras, solo nosotras, y tener un espacio público donde el hombre no sea el protagonista, donde el hombre no gane poder, sino que sepa mantenerse en un escenario secundario. Es un día perfecto para mirarnos de manera cómplice por las calles en un intento de querer decir “te entiendo”.

Puede que cuando la sociedad sea capaz de entender que en esto se basa el feminismo, quizás, los cambios se sucedan más deprisa. A ojos de la sociedad, del statu quo y de los privilegios, el feminismo da miedo, y da miedo porque de pronto cuestiona el orden establecido. Y cuestionar el orden establecido cuando la posición en la que estás es -de repente claramente- privilegiada, no interesa ni mucho menos, de hecho da miedo. ¿No será que el miedo ha cambiado de bando y de ahí tanto afán por desacreditarnos?

Después de estas palabras para la reflexión, os contamos cómo desde Feminismos hemos compartido este 8M. Debido a la norma de que, este año, justo los días 7 y 8, como hemos comentado, no se podían realizar manifestaciones, decidimos ser creativas y empapelar todos nuestros balcones, el barrio, las paredes, los corazones… con mensajes que recordaran que seguimos aquí luchando y que no nos van a callar. La cartelada fue un momento además de compartir opiniones, de verse y sentir que estamos acompañadas y juntas, de animarnos a continuar en esta lucha.

Al salir a poner los carteles nos encontramos con que había una manifestación de unas 200 personas subiendo por la calle Delicias hacia Atocha y no pudimos menos que unirnos con nuestras pancartas y nuestras voces. Nos mirábamos con sorpresa e ilusión. Resultó emocionante subir todo el Paseo de las Delicias recordando a todo el que por allí pasaba que hoy era nuestro día y que, como tal, íbamos a hacernos ver.

Dentro de la hostilidad generada hacia nosotras desde las instituciones, una vez más, al prohibirnos y apuntarnos con un dedo criminalizador, con el estigma de la culpa, resultó abrumador y precioso, a pesar de todo, encontrarnos. Tomar todas juntas las calles, al grito de no nos callarán, si nos tocan a una nos tocan a todas, no me cuida la policía, me cuidan mis amigas, y la revolución será feminista o no será.

Queremos advertir de la violencia simbólica que conlleva silenciarnos. Que incluso felicitarnos este día unas a otras se haya vuelto un acto de resistencia, a pesar de que, como ya hemos advertido, no hace justicia a la fecha. Nos preocupa este retroceso. El creciente poder de la ignorancia, de la apatía, de la polarización y el odio.

Muchas de nosotras trabajamos día a día en el sector de los cuidados y de la educación. Ahí se lucha contra el odio y la ignorancia cada día, tratando de construir, sin prisa pero sin pausa, puentes de amor y empatía. Una de nosotras quiso además hablar de los derechos de la mujer en clase con motivo del 8M. Nos parece grave e importante destacar que a su propuesta respondió una compañera de profesión con extrañeza y desdén: <<¿Pero es que a ti por qué te gusta tanto eso?>>. Como si tener derechos fuera una cuestión de gustos o de ideología.

También queremos mencionar a nuestras compañeras feministas ocsianas en las provincias, donde tanto el feminismo como el 8M se vive de manera diferente y más en un año como este. Las colectivas feministas de muchas provincias decidieron no realizar acto alguno, conscientes de que la criminalización del feminismo y de las feministas puede ser muy estigmatizador en lugares pequeños. Otras provincias sí decidieron llenar sus calles de nuevo de mujeres, organizadas y respetuosas con la situación actual pero siempre reivindicando una sociedad más igualitaria.

Por último recordamos a nuestras compañeras en el ámbito rural, y muchas veces realizando esos trabajos tan esenciales y necesarios como cuidar el alimento, los bosques, los animales, la naturaleza… que tanto hemos valorado este año donde las feministas hemos podido decir más alto y claro que nunca el lema que llevaron las compañeras de las coordinadoras 8M en algunas provincias:

ANTE LA EMERGENCIA SOCIAL, EL FEMINISMO ES ESENCIAL.